En los últimos tres decenios se han logrado avances importantes, pero queda mucho camino por recorrer.
Si bien la mortalidad materna ha disminuido en un 34 por ciento desde 2000, los datos recientes muestran que los progresos se han estancado desde 2015. En 2020, se estima que 287.000 mujeres murieron por causas relacionadas con el embarazo o el parto. Alrededor del 70 por ciento vivía en el África subsahariana. La mayoría de murieron de sangrado severo, sepsis, preeclampsia, parto obstruido y las complicaciones provocadas por abortos peligrosos, todas causas para las cuales hay intervenciones altamente eficaces.
Cuando las madres mueren, sus familias son mucho más vulnerables, y sus bebés son más propensos a morir antes de cumplir dos años.
Trabajar por la supervivencia de las madres es una prioridad clave de desarrollo. La Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo pidió que se lograra una reducción del 75 por ciento de la mortalidad materna entre 1990 y 2015, pero este sigue siendo un programa inconcluso. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, también conocidos como los Objetivos Mundiales, piden que la tasa mundial de mortalidad materna se reduzca a 70 muertes por cada 100.000 nacidos vivos para 2030. Algunos países del Asia meridional y muchos países del África subsahariana no están en camino de alcanzar ese objetivo.
La mejor manera de lograr este ambicioso objetivo es garantizar que todas las mujeres tengan acceso a métodos anticonceptivos para evitar embarazos no planificados; proporcionar a todas las embarazadas atención cualificada y respetuosa en un entorno seguro durante el parto; y asegurar que las mujeres con complicaciones tengan acceso oportuno a atención obstétrica de emergencia de calidad.
Si bien el 83 por ciento de los países que presentaron informes han fijado metas nacionales para reducir las tasas de mortalidad materna y neonatal, sólo el 61 por ciento ha calculado los costos de los planes, y solo el 12 por ciento de los planes han sido totalmente financiados.